Texto
نشوة العبور
Nashwat al 3obour
El placer de cruzar
Relacionándose sensorial y energéticamente con el paisaje de Cerro de Patria, Karmit reflexiona sobre el deseo humano de conectar con lo invisible y sobre cómo el placer puede darnos acceso a la imaginación y los deseos propios de la tierra.
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Nos detuvimos en la parte más alta de su finca, desde donde podíamos ver el resto de sus tierras extendiéndose valle abajo. Mis ojos siguieron el terreno y, a lo lejos, pude ver también la costa atlántica de la parte noroccidental del Estrecho de Gibraltar. Los custodios de esta tierra han estado trabajando con prácticas de permacultura para construir su proyecto, pero hacía tiempo que las cosas no fluían bien. Me habían pedido que viniera a observar las energías telúricas del lugar para ver si podíamos obtener alguna información sobre las cualidades sutiles de este ecosistema. Nos dispusimos a comprobar si había alguna perturbación en las corrientes electromagnéticas y en las venas de agua subterráneas que pudiera influir en la salud del lugar.

Trabajo con la radiestesia. Leo las energías telúricas, busco agua y escucho el pulso de un lugar, prestando atención a los sutiles y complejos procesos relacionales de un ambiente específico. Las prácticas energéticas de la Tierra en todo el mundo abarcan una amplia gama de creencias culturales y espirituales que conectan a las personas con las fuerzas naturales de la tierra. Aprendí este arte dentro de una tradición esotérica occidental, porque a principios de mis veintes, cuando empecé a estudiar conservación medioambiental, sentí el deseo de involucrarme con los misterios y las historias ocultas de la tierra. Aprender a percibir sutiles señales corporales que me presentaban los lugares como procesos enraizados en el tiempo y el movimiento, abrió mi percepción a formas chamánicas de relacionarme con el mundo y despertó mi interés por las cosmologías animistas.

Y así fue aquella tarde mientras exploraba la finca, empecé por sintonizar mis sentidos con el lugar y, como siempre, hubo un momento en que mi visión se agudizó. Los colores que me rodeaban se hicieron más vivos, al igual que los sonidos, y empecé a conectar con las capas sutiles del lugar. Viendo, escuchando y sintiendo una conciencia que no es humana, pero que tiene un lenguaje propio y responde, de un modo u otro, a mi comunicación. Caminamos hasta la vieja higuera, un espécimen realmente único en sus tierras que puede tener un par de siglos. Hubo ciertas cualidades e imágenes que surgieron en nuestra meditación cerca de ella que los tres pudimos percibir. Luego me llamó la atención la cima de la colina al otro lado del valle. Pude percibir que la sensación de obstrucción que sentíamos en sus tierras procedía de la cima de esa colina.

Miré hacia el Cerro de Patria y recordé que había estado ahí hace unos años y había visto los restos arqueológicos de los asentamientos romanos y musulmanes. Recordé vagamente que en aquel entonces había sentido el legado de una cultura desaparecida hacía mucho tiempo que había celebrado ritos que aseguraban la abundancia de las cosechas en las tierras que rodeaban la cima de la colina. 'Escuchá lo que está bloqueando las vías energéticas y sumergite en ello', me dijeron, como un fontanero que necesita desatascar una tubería obstruida que recorre todo el valle, afectando a toda la zona.

Sugerí que reuniéramos a un grupo de personas para subir al Cerro de Patria y no pasó mucho tiempo antes de que lo hiciéramos. En una calurosa tarde de agosto, pasamos junto al Ojo de Agua, el pozo alimentado por un manantial que hay a mitad de camino hacia la cima, y realizamos paradas en el camino para contemplar el paisaje circundante. Había un sentimiento de celebración en el aire, quizá porque la sabiduría que la tierra alberga como algo sagrado era palpable para nosotres. Supusimos que si subíamos y mostrábamos el debido respeto, se nos permitiría entrar en sus secretos. Pero no fue así en absoluto. '¿Quiénes son ustedes?', escuchamos. 'No hay paso. No hay paso.’

Desde lo alto de la colina podíamos ver la gran bola de fuego en el cielo preparándose para deslizarse hacia el mar. Caminamos hacia los restos de una torre considerada por algunos arqueólogos como los restos de una mezquita del asentamiento moro que identificaron como Hisn Bātriyya. No había nada que ver, salvo los restos de piedra de antiguas murallas. Había, sin embargo, una sensación de ojos invisibles que nos observaban. Como ocurre en muchos lugares, cuando prestás oídos para escuchar, podés oír muchas capas, humanas y no humanas. Pude sentir una red de conocimiento que se extendía desde este lugar a todo el valle. Tradiciones que debieron practicarse aquí, relacionalidad íntima entre la gente y el lugar. Pensé en las ricas innovaciones agrícolas que trajeron consigo los musulmanes, en los prósperos sistemas de gestión del agua, en sus aportaciones filosóficas y médicas. Todo esto pude imaginarlo. Y, sin embargo, daba la sensación de que había conocimientos y recuerdos que nos estaban vedados. No se nos concedió la entrada.

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Hisn Bātriyya

La gente dice que la historia se encuentra en el pasado, pero ¿realmente queda algo atrás cuando el propio suelo que pisamos guarda claros rastros?

Rocas formadas por organismos marinos compuestos, procedentes de un antiguo fondo oceánico de la época Tortoniense están ahora expuestas al viento, en lo alto de la cara de la colina cercana al pueblo de Patria, en la provincia andaluza de Cádiz. Una mezcla de biocalcarenita, un tipo de caliza compuesta principalmente por restos de organismos marinos como conchas y fragmentos de coral, y marga, una roca sedimentaria compuesta por una mezcla de arcilla y carbonato cálcico, a menudo formada en entornos que presentan una mezcla de condiciones marinas y de agua dulce, componen la capa superior geológica de esta colina y sus alrededores.

La fosilizada vida submarina del pasado, empujada hacia arriba por el movimiento de las placas tectónicas, forma las primeras capas de un palimpsesto que escribieron una y otra vez todos quienes llamaron hogar a este lugar. 'La Ciudad' es como la gente de por aquí llama al asentamiento en la cima del Cerro de Patria, aunque los restos de la 'Ciudad' se encuentran sobre todo bajo arbustos cubiertos de maleza. Hay restos de un asentamiento romano del siglo II a.C. que se cree que se llamaba Mergablum. Otros restos arqueológicos apuntan a la época, entre los siglos IX y XIII, en que sus habitantes andalusíes la llamaban Hisn Bātriyya.

Existe una historia curiosa sobre la conquista de Hisn Bātriyya por caballeros Jerezanos documentada en el Libro de Alcázar de Jerez. Bātriyya era, a finales del siglo XIII, uno de los últimos vestigios moros que quedaban en la zona en la época de la reconquista cristiana bajo Alfonso X. Pero una noche fue tomada sin apenas resistencia. Fue tomada por engaño, no por la fuerza. Se cuenta que los caballeros almohades de Bātriyya siempre montaban caballos blancos, y una noche, en 1271, cuando la mayoría de ellos se había marchado a saquear tierras cercanas, toda una caballería de caballeros Jerezanos cristianos, montados en caballos cubiertos de sábanas blancas, se acercó a la ciudad fortificada y tendió una emboscada a los musulmanes a su regreso, matando a la mayoría de ellos. Quedaron entonces principalmente mujeres y niñes, y se dice que el lugar fue incendiado hasta los cimientos y nunca más volvió a poblarse. Esta historia es una de las muchas que forman parte de la larga crónica del debilitamiento gradual y la expulsión del dominio musulmán de la Península Ibérica, que duró siete siglos y culminó en 1492 con la caída definitiva de Granada, que volvió al dominio cristiano. 

La reconquista de la Península Ibérica tras el dominio musulmán condujo a la unificación de España bajo el poder católico. Este cambio religioso y político provocó un aumento de la intolerancia hacia los musulmanes y los judíos. Muchos judíos expulsados de España buscaron refugio en países cercanos del norte de África, como Marruecos. La historia de mi propia familia puede remontarse a 1492, no conozco los detalles exactos, pero sé que la familia de mi padre eran judíos sefardíes que se establecieron en las ciudades marroquíes de Fez y más tarde en Meknes, así como en Tánger.

Llegué a vivir a un pueblo cercano al Cerro de Patria hace 14 años. Para entonces ya había realizado trabajos con energías telúricas, pero la zona activó aún más mi deseo de comprender y conectar con la historia cultural y las eco-mitologías locales. Sentí el anhelo de acceder a las historias ocultas y a la sabiduría incorporada en el paisaje. No fue hasta después de llegar aquí que me enteré de mi ascendencia, de su relación con el Estrecho de Gibraltar, por el que seguramente cruzaron de Andalucía a Tánger unos siglos antes.

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Sentí el anhelo de acceder a las historias ocultas y a la sabiduría incorporada en el paisaje
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Jinn

Jinn es el plural de jinnī, la palabra árabe que designa 'el invisible'. Comparte la raíz JNN con otras palabras relacionadas con lo oculto o lo invisible. Se cree que los jinn y los seres humanos coexisten en el mismo mundo, pero en dimensiones diferentes. Mientras que los seres humanos poseen un cuerpo físico, a los jinn sólo se les puede ver a través de ciertos estados de percepción o cuando ellos quieren ser vistos, ya que no poseen una fisicalidad densa. Se cree que tienen la capacidad de cambiar su forma, pero cuando adoptan forma humana a veces tienen pezuñas en lugar de pies, según la tradición musulmana.

No son humanos ni ángeles, entonces ¿qué son? ¿manifestaciones de la conciencia elemental? ¿espíritus tutelares?

Se les considera tanto guías benévolos y protectores de los seres humanos como también dañinos: perturbando, acechando o poseyendo vidas humanas. Tanto la tradición islámica como la judía tienen protocolos elaborados para protegerse de ellos. La Sura 72 del Corán se conoce como Sura Al-Jinn. Esta Sura enfatiza que Alá es el Creador tanto de los humanos como de los jinn y destaca las interacciones de los jinn con los mensajes del profeta Mahoma, y cómo los jinn expresan su deseo de escuchar las recitaciones y enseñanzas de Mahoma. Las tradiciones judías norteafricanas tienen prácticas, amuletos y oraciones variadas y meticulosas para mantenerse a salvo de los jinn. También tienen protocolos claros para no molestar a los árboles y rocas sagradas, que se cree que están habitados por jinn.

En casi todas las culturas del mundo se pueden encontrar mitos y folclore sobre ellos, bajo diversos nombres y clasificaciones. Me interesé por las historias que hablan de la 'desaparición' de estos seres de nuestra conciencia colectiva y las primeras historias que me vinieron a la mente fueron los mitos irlandeses y escoceses sobre los Sidhe, también conocidos como Aos Sí o los Tuatha Dé Danann, que relatan su retirada a colinas huecas o fortificaciones subterráneas, también conocidas como montículos Sidhe o colinas de hadas. La historia de su retirada a estos reinos subterráneos se asocia a una mayor presencia de actividad humana en la tierra y a cambios culturales y religiosos en el mundo que exigían un mayor secretismo y protección para los Sidhe.

Otro hilo narrativo para explicar la naturaleza invisible de los personajes de hadas es una historia sobre la creación de la tribu subterránea llamada Los hijos desiguales de Eva (Folktales Type 758) que se cuenta con muchas variantes en Islandia, Alemania, los países escandinavos y Gales. Estas historias cuentan que un día Dios vino a visitar a Adán y Eva y, habiendo llegado antes de lo esperado, algunos de los muchos hijos de Eva aún no estaban bañados y listos para recibir a su Todopoderoso, por lo que Eva los escondió. Sin embargo, Dios no se dejó engañar y le dijo: 'Si escondes a algunos de tus hijos, los haré invisibles para ti y, a partir de ahora, estarán ocultos de tu vista'.

Ésta y muchas otras referencias a los seres ocultos que existen en una dimensión diferente y pueden ser percibidos a través de estados alterados de conciencia, ponen de relieve el deseo humano de conectar con lo invisible a pesar de que estas dimensiones han sido 'evitadas' en muchas de nuestras culturas modernas y son menos aceptables dentro de una visión racionalista y reduccionista del mundo. ¿Qué hace falta para que tengamos una experiencia sensorial directa con quienes existen en el espacio liminal entre la materia y la psique? ¿Qué pasaría si interactuamos conscientemente con lo que son y lo que hacen?

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Ojo de agua

La siguiente vez que volví al Cerro de Patria, fui con un grupo más pequeño que estaba bien versado en las prácticas de energías telúricas. Queríamos volver al Ojo de Agua, el manantial a mitad de la colina, y ver si podíamos ganarnos la confianza de aquellos ocultos que montaban guardia y no nos dejaron acceder a la sabiduría interior del lugar durante nuestra última visita.

Fue entonces cuando la vi. Estaba de pie junto al pozo, mirando hacia el agua. Su postura, a la luz tenue del final de un día de verano, me hizo pensar que estaba hablando con alguien dentro del pozo. Durante mucho tiempo siguió allí de pie, inmóvil, y pronto empecé a sospechar que estaba osificada en esa postura.

La del pozo burbujeaba, sin embargo; ella era la rana que croaba en el agua, el ojo vigilante del manantial que miraba hacia arriba, ella era los murmullos que emanaban de las grietas de las rocas subterráneas. Ella anhelaba hablar con la mujer que estaba junto al borde del pozo. Anhelaba involucrarla con noticias de las profundidades. Pero la mujer permanecía inmóvil en su sitio.

Pregunté si podía hacer algo para aliviar su rigidez. 'Presenciá esta escena', me dijeron.

Así que seguí mirando. La luz había desaparecido tras la colina, y las rocas y los árboles que nos rodeaban se despojaron de sus colores para fundirse en cincuenta tonos de oscuridad. Vi la sombra de su figura humana transformarse en la de una serpiente y deslizarse luego por el suelo para esconderse detrás de una roca, entre el tomillo y el hinojo silvestre.

La serpiente se escondió, pero yo seguí mirando. Entonces se abrió un espacio en el vientre de la colina y ella se deslizó en él, en una cueva que no tenía ningún punto de entrada visible para mi ojo humano. Sólo pude percibir algo de sus cualidades acuosas.

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Las historias de la Tierra pueden permanecer ocultas a nuestros ojos. Pero si vas a preguntar a los seres del subsuelo, si vas a preguntar a los seres de las rocas o a los ojos del manantial, puede que escuchés algo. 

Cuando vi que la serpiente entraba en la cueva en el vientre de la colina, pedí permiso para seguirla. Una vez allí, intuí que debía tumbarme en el suelo. La serpiente sopló fuego por mis piernas y la parte inferior de mi cuerpo comenzó a sentirse como si se desmaterializara. Mi aliento salía por los poros de mi piel. 

Esto me hizo porosa a ella. 

Porosa a la superficie rocosa, porosa a las venas de agua subterráneas, a las plantas y los árboles de la superficie.

Permeable a un-otro, cualquier otro.

Y luego mis células parecían parpadear como estrellas en el cielo nocturno. Estaba plenamente presente en mi cuerpo y también sentí que me expandía en una participación cuántica de las intraconexiones del ecosistema de la colina. Una ampliación de mis sentidos a las costuras deshilachadas de la materia. 

'Este es el camino de Nashwa, del placer', escuché. Donde el tiempo se dilata.     

La calidad acuosa de la cueva, donde las criaturas marinas fosilizadas recuerdan sus orígenes, interactuó con mi cuerpo líquido. Me reveló la diferencia entre el poder que busca solidificar formas fijas y el poder como elemento fluido, en movimiento.

'Las mareas están cambiando, es la hora liminal', escuché.

 

***

 

Durante mis visitas a la 'Ciudad' sentí la expresión del agua de la superficie y la energía serpentina magnética del subsuelo. Escuché la memoria lítica que perdura el tiempo, pidiendo nuestra flexibilidad mental para percibir su flujo. Su fluir. Sentí la presencia de aquellos guardianes humanes ancestrales que eran adeptes a relacionarse y comunicarse con los jinn. Reflexioné sobre mi deseo de conexión con este lugar, a medida que se manifestaba como un anhelo físico de interacción y comunión. Me pregunté si había algo que percibiera a través de mis sensaciones corporales que me 'invitara' activamente a los estados líquidos que experimentaba, estados de fluidez; menos rígidos y duros. ¿Acaso esta colina tenía sus propios medios de seducción, su propia agencia para provocar mi deseo de relación simbiótica?

Había tomado conciencia de una polinización cruzada entre mí misma y el ecosistema de la colina mediante la estimulación de mis sentidos, a través de Nashwa. La noción de que se puede alcanzar un estado elevado de conciencia a través del placer físico es un concepto investigado en diversos sistemas de creencias filosóficas, espirituales y psicológicas. La convergencia del placer y los rituales chamánicos varía de una cultura a otra, a menudo implicando una inmersión sensorial y experiencias de éxtasis. Las prácticas sexuales y sensuales desempeñan un papel en tradiciones espirituales y esotéricas específicas, incluidas diversas formas del Tantra y los sistemas de creencias esotéricas occidentales. En mi experiencia, estar en estado de Nashwa abre las puertas de la conciencia, potenciando nuestra capacidad de observar la materia y ver sus gesticulaciones, escuchar sus historias. Historias que nos permiten percibir la relacionalidad. Historias que nos permiten percibir las cualidades de las cosas, percibir la vitalidad. Conocer a los dioses y diosas locales; las expresivas corrientes ctónicas, magnéticas y eléctricas.

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Las historias de la Tierra pueden permanecer ocultas a nuestros ojos.
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La visión de la figura femenina serpentina en el pozo y la consiguiente experiencia chamánica me recordaron a la figura folclórica de Aicha Kandicha, muy conocida en todo Marruecos por su extraordinaria belleza y sus poderes seductores. A menudo se la describe como una enigmática jinn femenina asociada al agua, que se encuentra junto a pozos, ríos o el mar. Su historia es una advertencia para los hombres, ya que se dice que te seducirá y luego te matará. Algunos dicen que su fama de matar hombres es la venganza de la naturaleza por la traición humana a las viejas costumbres. Y hay quien dice que sólo podrás ver sus patas de cabra si logras salir con vida del encuentro.

Aicha Kandicha suscita nuestro deseo y nos atrae hacia una relacionalidad con el agua llena de placer. Su historia también nos alerta sobre el hecho de que al relacionarnos con ella, al relacionarnos a través de ella, estamos entrando en un territorio psíquico diferente en el que se nos exige tener los sentidos despiertos o, de lo contrario, nuestras vidas pueden correr peligro.  

Su historia se ha contado en todo el norte de África, particularmente en Marruecos, y tiene influencias preislámicas y amazigh, pero cuán atrás en el tiempo se remonta es sólo una conjetura. Me pregunto si vagó por las colinas de Al-Andalus, si frecuentó el manantial de Hisn Bātriyya cuando el asentamiento musulmán prosperaba allí. Lo que me llamó la atención fue la clara resonancia que Aicha Kandicha guarda con otras figuras míticas femeninas de la Península Ibérica. Entre ellas, las 'Mouras encantadas', seductoras mujeres sobrenaturales expertas en artes mágicas, curación y encantamiento, cuyas historias siguen vivas en muchas zonas rurales de Portugal. Además, hay multitud de 'Vírgenes', las veneradas Santa Marías cuyos santuarios y ermitas juegan un papel fundamental en la cultura del sur de España, ofreciendo patronazgo a pueblos y aldeas que celebran procesiones anuales y actos de devoción. Muchos de estos lugares tienen sus raíces en el culto pagano, asimilado en las prácticas católicas. 

Todas estas figuras superpuestas revelan la interacción de diferentes sistemas de creencias y permiten comprender la naturaleza polifacética y dinámica de la cultura de la zona a lo largo del tiempo.

 

***

 

La situación geoestratégica de la 'Ciudad' cerca del Estrecho de Gibraltar, con sus elevadas vistas que se extienden desde la bahía de Cádiz hasta la Sierra de la Plata y el vasto territorio que se extiende entre ambas, hizo del asentamiento un importante punto de nexo entre diversos asentamientos socioeconómicos a ambos lados de las aguas. Me parece lógico pensar que los habitantes musulmanes de Hisn Bātriyya, que estaban bajo el mismo dominio político que los asentamientos Magrebíes del otro lado del Estrecho, hubieran percibido las aguas del Estrecho como un tejido conectivo que facilitaba el comercio, el intercambio cultural y la circulación de bienes y personas entre los dos continentes. Hoy, sin embargo, el Estrecho es políticamente una gran barrera de agua entre los continentes europeo y africano, una frontera bien vigilada situada entre el sur de España y el norte de Marruecos. Al ser una 'frontera exterior' de la Unión Europea y tener una proximidad tan estrecha entre los continentes, con sólo 14 km en su distancia más corta, es uno de los puntos de tránsito clave para les migrantes y refugiades que buscan entrar en Europa. También es un punto caliente para el tráfico de drogas y diversas formas de contrabando, así como un paso marítimo de importancia estratégica que conecta el mar Mediterráneo con el océano Atlántico, siendo los puertos de Algeciras, en España, y Tánger-Med, en Marruecos, de los más transitados de la región mediterránea.

 

El Estrecho de Gibraltar, con sus límites naturales, fronteras políticas, caminos, umbrales y portales, siempre ha sido un lugar único de 'intersecciones' multiespecies. En el plano humano, vemos un complejo juego de factores territoriales, de seguridad y económicos que crean fronteras duras e inflexibles de las que el mundo natural no sabe nada. Por el contrario, la naturaleza muestra las rutas de vuelo de las aves migratorias que cada primavera y otoño vuelan entre el África subsahariana y el norte de Europa, las especies marinas migran estacionalmente entre el océano Atlántico y el mar Mediterráneo, y el alga invasora Rugulopterix okamurae, procedente del sudeste asiático, llena las costas, sin haber pedido visado de entrada ni a Marruecos ni a España. 

Ambos lados del Estrecho comparten características ecológicas comunes, así como conocimiento ecológico tradicional (TEK), término utilizado para describir "un cuerpo acumulativo de conocimientos, prácticas y creencias, que evoluciona mediante procesos adaptativos y se hereda a través de generaciones por transmisión cultural, sobre las relaciones de los seres vivos (incluidos los humanos) entre sí y con el medio ambiente" (Berkes, 1999). Se refiere al conocimiento en constante evolución adquirido por los pueblos locales e indígenas a lo largo de cientos o miles de años mediante el contacto directo con el entorno.

Se me ocurren ciertos conocimientos prácticos afinados por las comunidades locales a lo largo de generaciones que aún se practican en la zona. Por ejemplo, las hojas de Chamaerops humilis, un tipo de palmera enana conocida en el sur de España como palmito, se tejen en largas 'trenzas' o 'empleitas' y se cosen para hacer cestas. Esta técnica también se practica en el norte de Marruecos con la misma especie de palmera. La recolección tradicional de corcho con mulas en los bosques endémicos de roble alcornoque (Quercus suber) se ha realizado durante siglos de la misma manera a ambos lados de las aguas y aún se practica así en las zonas montañosas donde no pueden entrar los tractores. La antigua técnica fenicia de pesca del atún conocida como almadraba es otra práctica que ha persistido a ambos lados del Estrecho y que aún se emplea activamente en el sur de España. Y en algunas partes de Andalucía aún se utilizan antiguos sistemas moros de gestión del agua, conservando muchas de las palabras árabes originales como acequias, redes de canales de riego, aljibes, cisternas subterráneas de agua utilizadas para almacenar el agua de lluvia, qanats, túneles de agua subterráneos diseñados para transportar agua desde fuentes lejanas, y albercas, depósitos de agua al aire libre.

El conocimiento ecológico tradicional se valida cada vez más como medio para ofrecer posibles soluciones a los problemas ecológicos a los que nos enfrentamos. Me pregunto cómo sería el Estrecho de Gibraltar si las consideraciones ecosistémicas estuvieran por encima de los valores del Estado nación y del mercado. ¿Podría el conocimiento ecológico tradicional local contribuir a una identidad ecológica biorregional? Si ese fuera el caso, también me pregunto qué prácticas culturales y espirituales de TEK, como ceremonias o rituales, podrían realizarse en épocas específicas del año para honrar la tierra y sus recursos, reforzando la conexión entre la cultura local y el lugar.

Aunque no podemos hablar de un conocimiento indígena transmitido ininterrumpidamente en el Estrecho de Gibraltar, lo que más me llamó la atención en el Cerro de Patria fue la sensación de que se trataba de un lugar especialmente potente para acceder al TEK a través de los espíritus tutelares de la tierra. Mi experiencia de relación con los jinn es a través de un involucramiento sensorial con el paisaje, reconociendo que mis experiencias e interacciones físicas son parte integral de mi comprensión del mismo. Este tipo de epistemología relacional reconoce el papel del cuerpo en la adquisición de conocimientos, haciéndonos sensibles a la información sutil que nos proporcionan las propias plantas, los patrones climáticos, los tipos de suelo, y así sucesivamente. Poner en contacto la imaginación con esta información en su contexto ecológico único puede reavivar aplicaciones prácticas que se han pasado por alto durante mucho tiempo. Estas aplicaciones se extienden a ámbitos como la agricultura regenerativa, el uso medicinal de las plantas y la gestión innovadora del agua en regiones que sufren escasez. Este acercamiento subraya el vínculo entre espiritualidad, tradiciones culturales y conocimientos ecológicos profundamente arraigados en los paisajes y tradiciones locales.

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Nashwat al 3obour

Es octubre y el acebuche, la variedad silvestre del olivo cultivado, está en fruto, sus diminutas aceitunas oscuras están maduras. El lentisco también está lleno de frutos rojizos pequeñitos por toda la ladera del Cerro de Patria. Mi amado vive en el lado marroquí del Estrecho, donde también dan fruto las mismas especies en esta época. Él no tiene la libertad de movimiento que tengo yo y lleva meses esperando noticias de un visado que le permita cruzar. Yo tengo el privilegio eurocéntrico de ir cada vez que lo elijo.

Un grupo de buitres leonados sobrevuela la 'Ciudad'. Sé que seguiré entrando en contacto con la conciencia serpentina, similar a la de Aicha Kandicha, en la colina y saborearé la sensación de mi cuerpo volviéndose poroso, conectándome con la fuente de agua y las energías telúricas. Permitiré que Nashwa, el estado de profundo placer sensual, sea mi guía para cruzar; cruzar desde el pensamiento reduccionista hacia una mentalidad participativa y animista, que trascienda el viaje físico a través de las fronteras y me lleve a una experiencia más profunda de la interconexión de la vida.

Nashwat al 3obour, el placer de cruzar, una frase acuñada por mi amado, encierra un movimiento dual —que comprende tanto un ascenso como un descenso— hacia el espíritu mismo del mundo material. Nashwat al 3obour nos invita a abrazar nuestra permeabilidad, donde las fronteras entre el yo y el otro, lo humano y lo no humano, se disuelven. Esto fomenta una mayor receptividad a los espíritus tutelares de la tierra, involucrándonos en un encuentro psico-físico que ocurre dentro de la propia imaginación del paisaje, dentro de la mente de la naturaleza.

De pie en el Cerro de Patria, contemplando la vasta extensión del Estrecho y las lejanas costas de Marruecos, siento un profundo sentimiento de unidad con la tierra. Me siento impulsada a imaginar un mundo en el que el deseo de conexión y relación simbiótica prevalezca sobre el miedo que nos impulsa a marcar fronteras y separaciones. Donde se nos anime a cruzar fronteras, tanto físicas como metafísicas, a involucrarnos con lo invisible y a abrazar lo liminal. Donde las historias de los seres ocultos, los jinn, nos recuerdan que la tierra encierra sus propios deseos y misterios, a la espera de ser revelados a quienes se acercan a ella con el corazón abierto y los sentidos sintonizados. En esta realidad, nuestras identidades personales y políticas se entrelazan intencionalmente dentro de una identidad ecológica biorregional y colectiva.

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CRÉDITOS

Texto 
Karmit Even Zur

Ilustraciones
Aziz El Amrani
& Karmit EvenZur

España-Marruecos. 2023

Publicado en Diciembre, 2023
Volumen 8, Número 1

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