Foto Ensayo

En medio de algún lugar

por Alessandra Baltodano
En esta historia de viaje, Alessandra nos lleva a conocer un verdadero santuario de elefantes, donde el bienestar de los animales es entendido desde una visión holística que cuida también de su hábitat y la comunidad.
Había un rótulo viejo adornando la sala común que decía “Welcome to the middle of somewhere” (Bienvenidos al medio de algún lugar). Su ingenio fue lo que me llamó la atención, pero una comprensión más profunda fue lo que se quedó conmigo. Me di cuenta que el viaje de 7 horas desde Phnom Penh hasta Sen Monorom, a través de paisajes áridos y pueblos dispersos, me había dejado con la acrítica impresión de estar en medio de la nada. Como si eso fuera posible en nuestro mundo eternamente entretejido. Más tarde supe que “En medio de algún lugar” fue el nombre que Jack Highwood le había puesto a su bar cuando se asentó por primera vez en Mondulkiri, Camboya en el 2005. Fue desde ahí que lanzó su proyecto para ayudar a mejorar la salud y las condiciones de vida de los elefantes cautivos del área. Probablemente, la misma sensibilidad que lo llevó a elegir ese nombre lo llevó también a comprender la arraigada interdependencia entre el bienestar de los elefantes, su hábitat y las comunidades locales, entendiendo que ninguno de ellos estaba aislado, sino en medio de un ecosistema de relaciones. El resultado después de años de trabajo: El Elephant Valley Project (EVP), una iniciativa ecoturística, en cuya área de descanso encontré aquel rótulo durante mi visita.


Situado en lo alto de una colina, la entrada de EVP ofrece una vista panorámica de su territorio: 1500 hectáreas de bosque donde 10 elefantes deambulan en manadas de 2 o 3 individuos, acompañados por sus mahouts. Cada uno de los elefantes aquí tiene una historia y una cicatriz para contarla. La mayoría se trata de elefantes sobreexplotados que se encuentran ahora ‘retirados’. Desde su inicio, el objetivo de la ONG sombrilla de EVP, E.L.I.E (Elephant Livelihood Initiative Environment) fue el de mejorar la salud y el bienestar de los elefantes cautivos en Mondulkiri. Pagaban a sus dueños una compensación económica a cambio de dejar descansar a los elefantes, y ofrecían atención médica para los animales. Hoy, el territorio de EVP va un paso más adelante al funcionar como un ‘hogar de retiro’ para los elefantes, donde reciben tratamiento si lo requieren, y sobretodo donde pueden vivir sus últimos años en condiciones que se asemejan lo más cercanamente posible a su vida salvaje. La mayoría de las veces, EVP fomenta que los dueños mantengan la propiedad de sus elefantes y les paga una tarifa mensual para que permanezcan en el refugio. Sin embargo, algunos de los elefantes tienen historias más extremas de crueldad, de las cuales fueron rescatados por EVP. Con personajes como Sambo, que solía ser montada por turistas sobre el asfalto caliente de la ciudad, su proceso de reintegración al bosque es más lenta y el tratamiento para sus heridas puede ser permanente. Aun así, sin importar sus orígenes, cuando vienen a EVP, los elefantes llegan a un espacio donde su bienestar es la prioridad principal.

Sin embargo, este bienestar implica ir más allá de los elefantes. Los paquidermos son solo uno de los elementos en el abordaje multidimensional de EVP. El bosque, hogar para los elefantes y otra infinidad de seres, ha estado bajo constante amenaza en la historia reciente del área. EVP colinda con el bosque protegido de Seima, alguna vez conocido como el ‘Serengeti de Indochina’ por las migraciones masivas que albergaba. Muchas de estas manadas fueron víctima de los bombardeos extremos realizados por Estados Unidos durante la Guerra Americana. Pero recientemente, son la caza furtiva, la tala y el acaparamiento de tierras para industria los que han puesto las mayores presiones sobre los bosques de Mondulkiri. EVP tiene claro el hecho de que cuidar del bosque es tan importante como cuidar de los elefantes en sí. Pero fue a través de su constante contacto con las comunidades que pudieron identificar una variable inesperada: se dieron cuenta de que la razón principal por la que los locales cedían sus tierras era para cubrir gastos médicos. Esto les permitió trazar la línea conectora entre los derechos básicos de las comunidades indígenas y la preservación del bosque. Por lo tanto, E.L.I.E estableció un programa comunitario para aliviar los gastos médicos y educativos de las familias locales. En palabras de Chris Iverson, actual administrador de EVP, comprendieron que al quitarle las presiones económicas a las familias, podían quitarle las presiones al bosque.

La verdadera sostenibilidad del bosque, sin embargo, depende de un involucramiento a largo plazo de las comunidades en su cuidado. Por esto, EVP no se detuvo con la caridad: se dieron a la grandiosa tarea de luchar junto con las comunidades Bunong para reclamar sus derechos sobre la tierra. Preservar el estilo de vida indígena, para el cual el bosque es fuente de recursos y espiritualidad, se convirtió en uno de los pilares de la organización. Nueve años y $150 000 más tarde, pueblos originarios pudieron reclamar su territorio. Hoy, 1000 de las hectáreas que EVP ocupa son alquiladas directamente a las 78 familias propietarias y administradoras. Las otras 500 hectáreas corresponden a área protegida, para la cual el proyecto financia a los guardaparques que la protegen. Es decir, ha sido de alta prioridad para EVP mantener a las personas locales apegadas a la tierra. Su programa de asistencia médica, su personal conformado principalmente por locales, su junta directiva local, su participación en las tradiciones y ceremonias indígenas, y más de 10 años de trabajo constante en la comunidad, han mantenido a este proyecto conectado con las necesidades locales, permitiéndoles entender y adaptarse a las demandas sociales y naturales del ecosistema.


En este gran esquema, el turismo es un facilitador en lugar de un fin en sí mismo. Cerca del 80% del financiamiento de EVP se logra a través de visitas turísticas, las cuales son costosas, restringidas y agotadoras. El tiempo se divide entre largas caminatas para ir a topar a los elefantes y voluntariado en todo tipo de tareas como encontrar semillas para el semillero de árboles, limpiar caminos, recolectar estiércol para abono, ayudar con jardinería o incluso construcción. Durante las caminatas hay una estricta política de ‘no molestar’, lo que significa no montar, no bañar y no tocar a los elefantes, simplemente observarlos a la distancia; priorizando así sus necesidades sobre las fantasías turísticas. El turismo es además la oportunidad de EVP para abogacía y educación al concientizar a los visitantes sobre las muchas crueldades que existen en la industria del turismo de elefantes. Las visitas son importantes en cuanto que proveen el combustible para mantener el proyecto funcionando, pero definitivamente no son su raison d’être, simplemente otro hilo en su intrincada red.


Luego de comprender el modelo de EVP, no es sorpresivo que aquel rótulo sobre ‘en medio de algún lugar’ adquiriera un significado más profundo. Ecológica, social y económicamente hablando, estamos siempre entrelazados a una serie de relaciones, situados en medio de un hábitat que sostiene la vida local. Como afirma Donna Haraway, nada viene sin su mundo. Los elefantes que tan fácilmente nos cautivan no son la excepción. EVP ha debido situarse empíricamente en su entorno para enredar y desenredar los muchos factores que sostienen el bienestar de muchas especies. Cuidar a los elefantes ha implicado cuidar más allá de ellos.


En nuestro último día nos topamos a los elefantes una vez más al lado del río, donde estaban tomando agua y cruzando junto con sus mahouts. Mi decisión de visitar EVP respondía a un sueño de toda la vida de ver elefantes de cerca, y la promesa de hacerlo en un ambiente sin perturbaciones para los animales me emocionaba aún más. Sin embargo, al momento de nuestro último encuentro con los elefantes, después de la experiencia y las entrevistas, estaba igualmente emocionada y fascinada con los hilos invisibles que les permitían deambular libremente en este santuario. Pude reconocer que el cuidado que reciben de los mahouts, el arroyo del que bebían, su conexión espiritual y social con los Bunongs, el bosque tropical denso que lo mantiene todo unido y el sensible trabajo de la organización, eran todos nudos entretejiéndose para sostener la maravillosa existencia de los elefantes. Me encontré, significativamente, en medio de algún lugar.
Referencias:
Entrevista personal a Chris Iverson, administrador de EVP. Abril, 2018.
Entrevista personal a Tara Hunklinger, coordinadora de voluntariado de EVP. Abril, 2018.
Conversaciones con los guías de EVP. Abril, 2018.
Aldis, Ravi & Lo, Norris. (2006). Elephants get ELIE, an NGO all of their own publicado en The Phnom Penh Post.
Haraway, Donna., (1997), Modest_Witness@Second_Millennium:Feminism and Technoscience, Nueva York: Routledge.
Laurence, Williams. (2015). Cambodia’s ‘Elephant Valley’ brings new hope to a last precious rainforest publicado en Ecologist.

CRÉDITOS

Fotografías & Texto
Alessandra Baltodano

2018. Sen Monorom, Camboya

Publicado en Diciembre, 2018
Volumen 2 , Número 2

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