Ilustración de una lengua sobre una flor sobre unos dientes y unas gotas de agua cayendo
Texto

Lengua

por Mariana Matija
En este texto lleno de portales, Mariana saborea las palabras y juega con ellas para revelarnos todo lo que la lengua hace posible y todo lo que hace posible la lengua.
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En la cabeza pasan muchas cosas. En la cabeza están los nidos en los que se empollan los huevos que son los ojos. Adentro hay un magnetismo que atrae la luz desde afuera, la sostiene, la escucha, la traduce y luego algo más adentro dice: eso (afuera) es un árbol, es una nube, es un perro.

En la cabeza también están las orejas con sus túneles que terminan en caracoles. Adentro hay un magnetismo que atrae al aire que vibra afuera, lo acaricia, lo mastica, lo digiere y luego algo dice desde adentro: esa es la voz de mi amor (mi amor tiene todas las voces).

En la cabeza está también la nariz, también dos túneles, otro magnetismo y otras formas del aire. Ya no en la cabeza sino casi en el centro del cuerpo hay un músculo que jala el aire hacia adentro, que parece la campana de una medusa o una sábana que se levanta y cae despacio en la cama que tiende una señora. No sé por qué no tengo la imagen de la cama siendo tendida por un señor.

En la cabeza está la boca.

La boca es un portal por el que entran otros cuerpos: la fusión última. Un pozo cálido y húmedo y blandito para reposar entre machacazo y machacazo de los dientes. La lengua se mueve como altamar en tormenta para que la transformación sea homogénea, más fácil de tragar. Nunca he estado en altamar en una tormenta, pero hace años cuando pasé mucho tiempo tan tan triste recuerdo que dije que era como estar nadando de noche en altamar. El cuerpo hace eso: si no hay palabras las inventa, o pone en el mismo lugar otras que ya existen y que le parece que están suficientemente cerca o que tienen la forma suficientemente parecida, que es estar cerca también.

No sé cómo se siente nadar de noche en altamar. Nunca he nadado en altamar. No es mucho lo que he nadado en el mar. Buceé pero no es lo mismo. Cuando bajé lo suficiente para tocar la arena quedé arrodillada porque no podía ser de otra manera. Miré hacia arriba y me di cuenta de que estaba respirando dentro del agua, como en los sueños, y vi el sol lejísimos y brillante, y sentí mi cuerpo frío y terrestre y extrañé el mar del que vine y quise llorar y tal vez lloré un poquito, o tal vez no lloré lloré, no recuerdo si hubo lágrimas en los ojos pero recuerdo el llanto que alcanzó a subir eléctrico y suave hasta donde empieza el cuello, el lugar en el que se junta todo lo que entra por la cabeza, y por el que luego se chorrea todo hacia abajo, hacia el centro del cuerpo, que es desde donde después, en dirección opuesta, brotan por ejemplo las lágrimas, que pareciera que salen de los ojos pero realmente vienen de más adentro, como todo, como las tormentas en altamar.

La lengua tiene ocho músculos (un brazo tiene veinte). Está dentro de la boca (la lengua, no el brazo). Es única (los brazos casi siempre vienen de a dos), central y simétrica. La lengua es capaz de ser delicada y precisa (no es tan fuerte como un brazo porque no le hace falta). Está llena de portales para que hablen las voces químicas de otros cuerpos. Mantiene uniforme la hidratación de la boca (mueve las aguas, hace olas, no es el mar). Empuja hacia adentro todo aquello que ha de ser tragado y les da forma hacia afuera a los sonidos que piden salir. Hay sonidos que no piden salir, sino que salen y ya, más crudos digamos, sin formas específicas de lengua, con formas primigenias de ebullición,de erupción, de estallido, de ola. La risa, el llanto, el gemido de placer y el de dolor, mmmmmmm, mmmm, la vibración del aire que fue fugazmente propio y deja de ser propio y vuelve a salir, silvestre, feral.

Los sonidos que piden salir también nacen en el centro del cuerpo, como las lágrimas. Empiezan como una electricidad, un chisporroteo, y suben, porque su naturaleza es la de ir en la dirección opuesta a la de la gravedad. La gravedad es la fuerza que jala hacia el centro todo lo que necesita volver al centro (el centro a veces se siente como si fuera abajo, pero es en el centro). La dirección opuesta a la de la gravedad, o sea la de los sonidos, es la dirección de lo que crece, la fuerza que empuja hacia afuera todo lo que nace, como los animales que caminan sobre la tierra y se proyectan hacia arriba (hacia afuera), o como las flores. Entonces los sonidos suben, todavía sin ser sonidos, siendo erupción estallido ola, y en ese camino dejan un brillo que no se ve pero se puede seguir, hasta que llegan a la lengua, ocho músculos, simétrica y central, delicada y precisa, las aguas, altamar en la boca, las olas sin mar.

Hay otra cosa a la que también le dicen lengua, que realmente no es otra cosa, sino la misma. No está dentro de la boca pero aparece en la boca, así como las lágrimas aparecen en los ojos: como forma más tangible (o casi tangible) de la fuerza que no es la de gravedad, sino la otra, la que va del centro hacia afuera. El hecho de que sea “la otra” significa, claro, que es la misma. No hay adentro si no hay afuera, nada cae si nada crece, hay algo que se mueve hacia acá solo porque hay también algo que se mueve hacia allá.

La otra lengua podría decirse que no tiene músculos, aunque nombrarlos es tenerlos de alguna manera. No sé si es simétrica. Sé que es capaz de ser delicada y precisa. No tiene el mismo tipo de fuerza que un brazo, no es comparable, pero le excede. Toda ella es un portal. Mueve las aguas sin tocarlas (dice “sin tocarlas” pero siempre las toca), nombra y describe las olas, es y no es el mar. Empuja hacia afuera todo aquello que ha de ser tejido y les da forma hacia adentro a las cosas a las que les ha llegado el momento de caer, marchitas o listas para germinar.

Hay otra cosa a la que también le dicen lengua, que realmente no es otra cosa, sino la misma.

La lengua lame. Limpia las heridas y el pelo. Recoge minuciosamente la comida de la cuchara, los dedos, el plato, la palma de la mano, la hoja. La lengua acaricia. La lengua moja. Dibuja (o sea, escribe). La lengua traza caminos y abre caminos y busca y busca y busca, le ofrece a la gravedad todo lo que encuentra para que caiga al centro, para que se revele la fuerza que se mueve simétrica en la otra dirección, la dirección de lo que nace, de los animales que crecen las flores que florecen las lágrimas que brotan.

La lengua está en la boca y la boca está en la cabeza y la cabeza está en el cuerpo y el cuerpo está en el mundo y el mundo está en la lengua. El mundo está en la boca. El cuerpo está en la cabeza. La lengua está en la lengua.

Ahora el tejido: tejer es entrelazar cosas, amarrarlas de una manera que no es un nudo, sino un encuentro que permite que otras cosas se sostengan. Se teje con agujas, con las manos, con los dedos, con las patas y el abdomen, con movimientos de la cabeza que produce baba de seda o sosteniendo hojas y ramas con el pico, con la boca, con la lengua.

No sé cómo se tejen los tejidos del cuerpo. Le pregunto a la pantalla y me dice fibroblastos, células epiteliales, vasos sanguíneos que se forman a partir de otros vasos sanguíneos. Pero eso es en las heridas. La piel se rompe ante un encuentro: unos dientes, una roca, un papel, un cuchillo, y para volver a ser íntegra se teje a sí misma. No sé cómo se tejen los tejidos de los seres nuevos, los que nacen, los tejidos que no son herida (o que son herida de otro tipo). Le pregunto a la pantalla y me dice histogénesis. Los seres nuevos y sus tejidos aparecen como si fuera de la nada, pero intuyo que vienen del centro del cuerpo, como todo. Los teje la fuerza que va hacia afuera. Lo digo en voz alta y la lengua se agita como la superficie del agua con el aire que pasa. Se pega detrás de los dientes, se redondea al fondo en olas sutiles para que haya fricción, se curva hacia arriba para tocar por un segundo el paladar. Histogénesisssssssss. Sostengo la ese con los dientes, porque me parece que es un sonido que se hace con los dientes, y muevo la lengua dentro de la boca para ver qué pasa. Le cambia la forma. Suena distinto. Delicada y precisa transforma lo que toca y lo que parece que no toca.

Tejer es entrelazar cosas, amarrarlas de una manera que no es un nudo, sino un encuentro que permite que otras cosas se sostengan.

La lengua también es un tejido (un conjunto de tejidos, un animal). Histogénesis. Inventada por células que pueden hacer cualquier cosa. Sale del centro del cuerpo como la fuerza de lo que nace. Es un tejido como la piel, como una cicatriz, como la sábana que se levanta y cae despacio en la cama que tiende una señora, como el músculo medusa que jala el aire hacia el centro del cuerpo como la fuerza de gravedad.

Saborea, pero no saborea sola. Depende del olfato, o sea de la nariz, o sea del aire. Dice pero no dice sola. Depende de la cabeza, o sea del cuerpo, o sea del mundo. Depende del encuentro, o sea depende de la distancia. Todo lo que puede la lengua delicada precisa única central simétrica lo puede porque existe todo lo que no es lengua. También lo impreciso, lo brusco, lo múltiple lateral torcido. La piel del animal depende del animal y de todo lo que come, la cicatriz depende de la herida y del dolor, la sábana depende de la flor del algodón y de las manos, la medusa depende del mar.

En la lengua está el mundo.

El mundo es un portal por el que entran otros cuerpos.

La fusión última.

Así como un mar que incluye el mar pero es más que el mar y que no deja nunca de mecerse por el movimiento de las fuerzas, la que va hacia el centro y la que va hacia afuera. Pulsa. La lengua se mueve como el humo que sale del suelo de un bosque que se incendia, que se mezcla con el aire, casi invisible, pesadísimo y sutil.

Una vez vi un incendio en un bosque y mi cuerpo nunca volvió a ser el mismo. Parecía que el incendio ya había sido apagado pero el suelo, por dentro, seguía quemándose. Quise poner palabras que ya existen pero ninguna estaba suficientemente cerca. No fui capaz de inventar nada. Ni siquiera pude llorar.

La lengua se mueve con cadencia de animal encerrado, siguiendo el borde de cada diente como haciendo un dibujo, buscando de dónde agarrarse, en qué ocuparse mientras sucede lo que todavía no puede ser tejido, lo que todavía no puede caer, lo que no está listo para germinar, lo que aún no se puede lamer, lo que aún no se puede tragar.

CRÉDITOS

Texto e Ilustración
Mariana Matija

Colombia. 2024

Publicado en Octubre, 2024
Volumen 9, Número 1

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