El Cimarrón y su Fandango
Una aproximación alegórica a la identidad afromexicana
Durante el régimen soviético, el proceso de colectivización forzada transformó el paisaje agrícola de las naciones ocupadas al organizar la tierra en granjas que eran administradas colectivamente o bien por el Estado. Las primeras fueron conocidas como koljós, y aunque en el papel la adhesión debía ser voluntaria, en la realidad, deportaciones masivas, despojos de tierras, aumento de impuestos, hambruna y propaganda fueron algunas de las muchas estrategias utilizadas para imponer la colectivización. La organización bajo el koljós determinó la relación de muchas personas entre sí y con la tierra, y en muchos pueblos rurales se convirtió en la única fuente de trabajo.
En su cortometraje, Eeva trae de vuelta a un espíritu particular del pueblo de Pähkla, en Estonia (pueblo que alguna vez tuvo un koljós) para suscitar los recuerdos de sus integrantes, ahora ancianes. La mayoría de elles rememoran con nostalgia el tiempo que pasaron juntes en la granja colectiva; no necesariamente porque añoren vivir bajo la estructura del koljós —aunque algunes sí lo hacen—; sino porque a pesar de las condiciones impuestas y difíciles, o quizá incluso debido a ellas, forjaron relaciones de por vida que definieron sus años de juventud y que posiblemente les ayudaron a sobrellevar los tiempos de ocupación.
La película reflexiona sobre la inevitabilidad de la vida, sobre esas circunstancias fuera de nuestro control que nos hacen parte de comunidades e historias que quizás no elegimos, pero que terminan por influir nuestra vida individual y colectiva. Les personajes no tenían mucha posibilidad de elegir su modo de vida, su trabajo o su bienestar, pero sí de disfrutarse les unes a les otres. Al enfocarse en los recuerdos ordinarios, y en su mayoría alegres, de les personajes, este documental destaca cómo, sin importar las condiciones, es la vida con otres lo que conforma el tejido de nuestros días.