Cortometraje

Hablo lo que puedo hablar

En este cortometraje etnográfico, Rajat visita una comunidad para personas con necesidades especiales que lo hace reflexionar sobre las concepciones sociales de lo que es normal y anormal que resultan en la enajenación del otre.
Fue durante el curso de Susan Adahl, titulado Antropología de la Mente, que por primera vez en mi vida empecé a reflexionar profundamente sobre qué es normal y qué es anormal. ¿Existe algo “normal”, en absoluto? Crecí en una familia religiosa hindú donde se nos anima a escuchar a nuestra voz interna y seguirla. Durante el curso, me sorprendió que un hombre espiritual pudiera ser un esquizofrénico en una cultura diferente. Las clases me llenaron de mucha ansiedad y tuve que hacer algo al respecto.

Una investigación casual en internet me llevó a la página de Pahkla Camphill Village, cerca de Tallinn, Estonia. Según el sitio web, Pahkla Camphill Village ofrece a los adultos con necesidades de atención especial la oportunidad de vivir en comunidad, a través de la participación en las actividades del centro, dándoles la oportunidad de sentirse miembros valiosos y apreciados de la sociedad. Pahkla pertenece a un movimiento mundial más grande de Camphill Villages alrededor del mundo. Algunos de sus fundadores fueron médicos y psiquiatras, como el Dr. Karl König, quien insistió en brindar un tratamiento integral a las personas con necesidades especiales de atención.

Conocí a Jaak Herodes, un psiquiatra estonio retirado, que ayudó a construir Pahkla. En sus palabras,
“Las personas con discapacidad mental estaban tratando de encontrar nuevas formas de tratamiento y, por lo tanto, tuvimos que abrir ese lugar. Visitamos el Norwegian Camphill Village y nos quedamos muy impresionados. Descubrimos que los pacientes no estaban realmente mejorando con los medicamentos, lo que necesitaban era una vida en la que pudieran involucrarse en actividades como la jardinería, la cría de animales e incluso la pintura. Necesitaban una comunidad para vivir. Era importante permitir que la gente se desarrollara por sí sola.”
Hoy en día, Pahkla Camphill Village es el hogar de 25 miembros, incluyendo a la gerente (Katarina) y 4 voluntarios alemanes que tomaron un año sabático y vinieron a contribuir en esta comunidad. De los 20 miembros restantes, algunos tienen síndrome de Down y algunos tienen en su historial otros trastornos psicóticos.

Jack Herodes me llevó a Pahkla por primera vez y me presentó a la comunidad. Todos nos sentamos a almorzar juntos, una tradición seguida en Pahkla. La mayoría no podían hablar inglés pero constantemente preguntaban a Katarina sobre mí. A mí también me interesaba conocerlos, pero no sabía por dónde empezar. ¿Cuáles eran las respuestas que yo estaba buscando? No estaba ahí para saber qué tipo de experiencias habían tenido quienes “escuchan voces” ni estaba ahí para comprender ningún otro tipo de enfermedad mental. Estaba en Pahkla para eliminar mi propio miedo a lo “anormal”. La ansiedad que se produjo en mí durante el curso fue una especie de anhelo por abrir un poco más mi corazón eliminando algunas barreras.

Terminamos el almuerzo y todos regresaron a su vida diaria, que implica ordeñar vacas, limpiar el establo, hacer queso, hornear y (en esos días en particular) ensayar para la obra de Navidad. Kristina, quien vive en el centro, estaba muy interesada en comunicarse conmigo. Ella era la única, aparte del gerente y los voluntarios, que podía hablar en inglés. Además, Kristina, según me dijeron, es la única en el centro que puede tomar decisiones por sí misma. Seguir a cualquier otro miembro en su vida cotidiana en Pahkla, requeriría el permiso de los padres. Mientras Katarina me decía esto, Kristina también estaba presente y me dio una sonrisa, que le devolví.
En el cortometraje, Kristina canta en voz alta en la cocina: “Soy muy interesante para vos, soy muy interesante para vos”. En efecto, ella es interesante para mí, pero ¿por qué? El corto trata de encontrar una respuesta a esta pregunta. Había escuchado tanto sobre Pahkla que quería saber de Kristina cómo era para ella.

Durante el curso, leímos a Tanya Luhrmann, quien en su investigación enfatiza que lo peor que podemos hacer con alguien que necesita cuidados especiales es negarle su derecho básico al trabajo. Esto se hizo evidente cuando comencé a seguir a Kristina. Kristina ama sus libros y nunca los regala. Si vas a su cuarto y tocás sus libros, ella no te lo va a perdonar. En una ocasión, mientras acomodaba sus libros en los estantes, me dijo que iba a ir a casa después de la obra. Ella estaba feliz de visitar a sus padres, pero al cabo de unos segundos de silencio, me dijo que debía regresar. Cuando le pregunté el motivo, ella me dijo: “Cuando esté aburrida en casa, volveré”. Quise saber si alguna vez se aburría aquí en Pahkla, a lo que su única respuesta fue: “Tal vez debería volver, Katarina me necesita aquí. Tengo que volver. Tengo que trabajar. Uno tiene que trabajar.”

Cada persona tiene su habitación privada en el centro, la cual cada quien decora y arregla por sí mismo. Cuando me invitó a estar en su habitación privada, Kristina me dijo tres veces que no puede regalar sus libros. “Son míos, no puedo regalarlos”. Kristina estaba expresándose sobre sus apegos, sobre lo que la hizo apegarse tanto a sus libros, especialmente los viejos, que ya han sido leídos y ahora solo ocupan espacio. Es un problema porque no puede comprar libros nuevos por falta de campo. El tema saltó repentinamente a su madre: “Mi madre también colecciona libros. Ella lo hizo una vez. Ella regaló todos sus libros, pero yo no lo voy a hacer.”

Este cortometraje etnográfico es justamente sobre este tipo de emociones que Kristina transmite a través de breves mensajes. Ella quisiera regresar a su hogar, pero debe también regresar a Pahkla adonde puede trabajar e involucrarse. Ella quisiera comprar libros nuevos pero no puede regalar los viejos. El cortometraje es sobre este espacio intermedio en el que ella se encuentra actualmente.

Kristina ha participado en la obra de Navidad durante los últimos 10 años, pero esta vez ella prefirió observar. Me dio la sensación de que le gustaría ser parte de la audiencia. Una audiencia que consiste principalmente de padres y familiares de los miembros de Pahkla, es decir, personas que son “normales” y llevan vidas “normales” y que trabajan dentro del sistema que genera un producto interno bruto colectivo.

Mientras ella estaba sola en su cuarto o horneando un queque para todos, los otros estaban ensayando en el pasillo de arriba. Kristina me permitió ir a filmar el ensayo final. Cuando llegué ahí, los participantes estaban en sus trajes de ángeles, pastores y reyes. Cada vez estaban más emocionados y se preguntaban entre ellos si sus padres vendrían a ver la obra. Sentí que los padres eran la verdadera audiencia para ellos. El resto del mundo no les importa. Fueron los padres quienes los llevaron ahí. Los ángeles tenían la estrella en sus manos y la canasta para el niño Jesús estaba lista.

El corto, sin embargo, no incluye la obra de Navidad. Cuando llegó el último día, los padres y amigos comenzaron a llegar al salón, mientras que Kristina ya se había sentado. Me dijeron que no debía filmar a la audiencia, así que me fui al vestuario. La emoción, la ansiedad y el nerviosismo en ese cuarto estaban al tope. Una de las participantes estaba con su oreja pegada a la puerta tratando de escuchar lo que estaba pasando afuera. De pronto miró hacia atrás con emoción y le dijo a uno de sus compañeros que sus padres habían llegado. Al escuchar la señal de la música, el que estaba al frente abrió la puerta y todos comenzaron a cantar “Oh, Señor, bendice nuestra llegada” mientras salían en fila.

Esta película es para Kristina. Cuando vi el video en el vestuario, en su ausencia, sentí que el ojo de la cámara era el ojo de Kristina: uno que observa, participa y se refleja a sí mismo. A través de la película, ella nos hace pensar sobre nosotros mismos y sobre la sociedad que hemos diseñado para nosotros mismos, la cual es especialista en alienar a las personas. Alienar al otro. El otro, que para nosotros es anormal. A través de la película, mi intención también es resaltar el estado en el que se encuentra Kristina, en medio de dos mundos: Hogar y Pahkla; Participar y observar. En el medio de esto, su habitación privada en Pahkla sirve como el espacio donde ella encuentra su propio lugar.

CRÉDITOS

Dirección y Cinematografía
Rajat Nayyar

Edición
Rajat Nayyar

Texto
Rajat Nayyar

2016. Tallinn, Estonia

Publicado en Febrero 2018
Volumen 1, Número 8

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